J de Juan
Encontré este cuadro en la primera casa donde me hospedé en Sydney. Parecía joda
Fiel a las declaraciones del primer post, me veo en la obligación de respetarlas. Esta es una de esas entradas que dudé en escribir y publicar mil veces, y si bien sigo dudando no podría sostener una hipocresía literaria. Es la primera palabra que se me vino a la cabeza cuando me tocó escribir con esta letra (aún antes de que llegue su turno), y confieso que busqué otras mil veces una distinta, pero simplemente no apareció ninguna mejor. Es que se trata de algo (alguien) que ocupa mis pensamientos la mayor parte de mis días en éstos últimos. No podía no escribir sobre él...
Díalogo con el amante
"Si la amas déjala ser; si la quieres, déjala volar"
J: Qué loco.
F: Qué loco qué?
J: Esto, todo.
F: Sí... que se yo.
J: Nunca pensé que ibamos a llegar aca.
F: Yo tampoco, creo que nunca pensamos qué estábamos haciendo.
J: Te acordás cómo empezó?
F: Como si hubiera pasado ayer.
J: Las veces que hablamos del primer beso, vos contás una historia distinta a la mía. Para mi que estás inventando.
F: Vos no te acordás porque habías tomado mucho fernet.
J: Y vos??
F: También, pero me acuerdo cómo fue.
J: Me contás?
F: Ya nos conocíamos, de hacía muy poco tiempo, pero te acercaste acercaste a mi demasiadas veces ese día, algo intuí.
J: Callate, eras vos la que se acercaba.
F: No, te juro que no. Me vas a dejar terminar?
J: Dale.
F: Claramente pegamos "buena onda", y un rato más tarde me quisiste dar
un beso con toda la gente alrededor; no te importó nada. No hace mucho
te dije que me sorprendió lo rápido que me buscaste después de
conocerme, no?
J: Sí. A mi también me sorprendió. No me lo esperaba... No sé cómo pasó.
F: Te digo, me costaba creer que haya sido la primera vez que le fuiste
infiel a tu novia. Todavía me cuesta creerlo. Simplemente me buscaste
muy rápido y muy decidido para ser así como vos decís.
J: Lo que te digo es verdad, pero no me pidas que lo explique porque ni yo mismo puedo encontrar una explicación.
F: No te lo pedí.
J: En una de nuestras primeras charlas serias,
cuando definimos las reglas del juego, te dije que ahora me caías un
poco mejor. Me gustó que me digas qué querías de mi y qué no querías tan
directa, tan de frente. No pensé que las reglas podían cambiar para mi.
O no me importó; la estaba pasando muy bien.
F: Cuando volvimos de bailar borrachos y me dijiste tantas cosas que
claramente involucraban sentimientos te juro que no te creí. No porque
creyera que me estabas mintiendo, sino porque creía que simplemente
estabas deslumbrado.
J: Deslumbrado? Cómo? Porqué?
F: Vivías tu vida de la mano de una rutina preestablecida, rodeada que
creencias que probablemente nunca hayan sido propias. Estudiar,
trabajar, tener una novia, recibirse, hacer todo lo que tus padres
esperan de vos... Estructurado, con cimientos firmes. Llego yo y te
hablo de sueños, del universo, de viajes, de que no te importe una
mierda lo que piensen de vos mientras vivas tu vida feliz. En
definitiva, de libertad.
J: Me enseñaste a abrir mi mente y ver las cosas de una forma totalmente distinta. No se si estaba listo para ese simbronazo.
F: Por eso, concluí que estabas confundiendo ese deslumbre con
sentimientos. Cuando te retractaste pensé "qué cagón", pero en realidad
retractarte fue lo más inteligente que podrías haber hecho.
J: Porqué pensás eso?
F: Porque cuando me contaste todo lo que habías empezado a sentir por
mi, y me dijiste que no podías manejarlo, me pediste algo que yo no
estaba dispuesta a darte. No lo dudé un segundo.
J: Tuve miedo. Me muestro fuerte y creo que lo
soy, pero en realidad nunca puse mi fortaleza a prueba, y tengo mucho
miedo de que me lastimen. No te daría ese poder, nunca.
F: Que paradoja, usás la palabra poder y siempre pensé en vos como un
hombre que necesita sentir que tiene el poder sobre la mujer. Como si
buscaras chicas de carácter fuerte para de cierta manera "doblegarlas" o
domarlas, y ganar una batalla interna que en realidad estás peleando
vos solo contra tus inseguridades.
J: Hoy pienso que podría haberte ofrecido algo a cambio.
F: Nunca te lo hubiera pedido. De todas formas fuiste egoísta.
J: No fue muy difícil darme cuenta que te
enojaste, me dejaste! En ese momento no lo entendí. Pensé que pasaba
algo más entre medio, o que había alguien más en tu vida.
F: Sí, me enojé...
J: Creo que nunca entendí muy bien porqué.
F: No tenemos que entender todo.
J: De todas formas me pregunto muchas cosas.
Tengo muchas dudas, algunas de antes, otras fueron surgiendo a lo largo
de estos 7 meses.
F: Hay ciertos interrogantes que me encanta que te hagas. No todo tiene
que ser como ha sido siempre, por el simple hecho de que siempre fue
asi. Lo que le hace feliz al resto no es necesariamente lo que te hace
feliz a vos. La estabilidad no es sinónimo de felicidad, sino de
comodidad. Comodidad y miedos. Miedo a lo nuevo, desconocido. El bajón
es que te podés quedar sin vivir muchas cosas que te harían mucho más
feliz de lo que sos ahora, por ese miedo. Y sospecho que muchas de las
preguntas que te hacés a vos mismo tienen que ver con esto.
J: Sí, me enseñaste a cuestionarme ciertas
cosas. Te confieso, no me gusta un pedo. Me da miedo pero no se lo digo a
nadie. A veces hasta me lo niego a mi mismo, evito pensar... Pero vos
me enseñaste muchas cosas de la vida y de mi mismo. A través tuyo me
conocí de otra manera. Nunca nadie me habló tan convencida de los
sueños, de las metas, de que los imposibles son obstáculos que nos
ponemos nosotros mismos o las mentes pesimistas de los demás en nuestro
camino. Siempre me consideré un tipo muy transparente, pero hay muchas
cosas que no le muestro a nadie, ni quiero que nadie las vea. Cuando sin
querer queriendo, café de por medio, me leíste tan acertadamente,
también me sorprendí. Hay muchas cosas más que no te digo, pero no
quiere decir que no las sienta. Sólo no quiero decírtelas. Talvez podría
demostrártelas, pero no decírtelas... Me hacés tan bien...
F: Lo sé, lo sé.
J: Pero cuando sos así de creída me dan ganas de matarte!
F: Jaja y cuando te contesto "no soy creída, soy realista", más! Pero es
un chiste. En realidad lo sé porque te miro, te observo con atención,
siempre. Te miro porque te quiero, te quiero tanto que te quiero feliz.
Lo más feliz que puedas ser en la vida. Y me pone un poco... triste,
digamos, pensar que no estás explotando todo ese potencial que tenés
dentro por puros miedos. No me malinterpretes, verdaderamente no creo
que alcances tu éxtasis de felicidad a mi lado, no soy yo la puerta de
tu felicidad. Esa puerta es tuya, y a veces siento que todo lo que te
estás planteando ahora es porque a mi lado te diste cuenta que no la
habías abierto. Cuando me vaya quiero haberte enseñado todo lo que me
decís y más; quiero haber sido la persona que te dejó millones de
preguntas, pero que te enseñó dónde se buscan las respuestas. Sospecho
que no sos muy consciente de ese potencial del que te hablo. Espero te
des cuenta y puedas sentir permanentemente toda esa fuerza invencible
que sentiste a mi lado, porque ya la tenías vos.
J: Va a ser jodido acostumbrarme a no tenerte
cerca. Te quiero más de lo que me hubiera gustado quererte. Otra cosa a
la que no le encuentro explicación...
F: Te dije, hay personas que sólo pasan por nuestras vidas para
enseñarnos una lección. Creo que los dos cumplimos esa meta en la vida
del otro. Por eso estoy hasta casi segura que no vamos a volver a vernos
nunca.
J: Pará, tengo una duda... Por qué te enojaste tanto esa vez que se me escapó todo lo que sentía por vos?
F: Porque me pediste que me quede.
J: Y eso qué tiene de grave?
F: Para mi fue como pedirme que renuncie a mis sueños. Para mi fue como pedirme que no abra mi puerta...
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