D de Domingos

28.03.2015

Los domingos en casa son ruidosos. Y ese ruido particular sé será asunto para extrañar cuando me vaya, porque los domingos en casa, además de ruidosos, son especiales.

Mi papá es el mejor asador del mundo. No he comido (y reto a cualquiera para que me desafíe!), y algo me dice nunca comeré, mejores asados que los que hace mi padre. Cada uno en casa lo come distinto; mama casi crudo, mi hermana seco, mi hermano a punto, yo jugoso pero cocido. Y mi papa se las arregla para que cada uno coma a su gusto, todos los domingos.

Infaltable cada domingo en casa!

El núcleo familiar se compone de cinco (mama, papa, hermana, hermano y yo), pero mis hermanos ya están casados y tienen sus respectivas familias. Y los domingos vienen todos. Normalmente somos 11 o 12 personas en casa. Reunidas en la mesa, discutimos y debatimos en familia los tópicos más variados (algunos profundos, otros no), cada uno aportando su opinión, la que es escuchada y normalmente comentada por el resto.
Hace poco invité a un amigo australiano (Daniel) a comer un asado un domingo en casa, pero la realidad es que la comida era una excusa para que mi familia pudiera conocer a alguien nativo de alla y hacerle todas las preguntas que quisieran. Mis papas y hermanos son muy curiosos, y no saben mucho de la cultura australiana y su estilo de vida. Aprovecharon para preguntarle de todo. Mama de la inseguridad, papa de la economía. Mis hermanos indagaban en sus ganas de vivir en un país latinoamericano, si venía de un primer mundo.
Más tarde, sentados en el sillón, Daniel me agradeció la invitación diciéndome que "ésto" le encantaba. Me contó que su familia en Australia era muy unida, y que compartir con la mia le hacía acordar a su vida alla, además de sentirse cómodo y contento de saber que hay un lugar en el mundo (tu hogar) donde podés sentir que todo está bien. Le pregunté qué le generaba por dentro compartir un ritual tan parecido a los suyos; me contestó "it makes me wanna come back" (me dan ganas de volver).
Le confesé que fuera de toda la felicidad que me produce mi viaje, me resulta extraño pensar en que mis domingos venideros van a ser diferentes a lo que tanto me gusta y disfruto. Pueden ser ruidosos también, pero esos ruidos...
Los debates entre todos, los niños jugando y riendo, la puerta del patio que se abre y se cierra enérgicamente cada vez que papá sale a buscar carne, su forma enérgica de afilar el cuchillo, las peleas por quién levanta la mesa y quién lava los platos, las carcajadas recurrentes porque siempre alguien tiene algo gracioso para decir. Esos son mis ruidos de domingo. Ese es mi hogar.

La famiglia unita!

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