D de Domingos
Los domingos en casa son ruidosos. Y ese ruido particular sé será asunto para extrañar cuando me vaya, porque los domingos en casa, además de ruidosos, son especiales.
Mi papá es el mejor asador del mundo. No he comido (y reto a cualquiera para que me desafíe!), y algo me dice nunca comeré, mejores asados que los que hace mi padre. Cada uno en casa lo come distinto; mama casi crudo, mi hermana seco, mi hermano a punto, yo jugoso pero cocido. Y mi papa se las arregla para que cada uno coma a su gusto, todos los domingos.
Infaltable cada domingo en casa!
El núcleo familiar se compone de cinco (mama, papa, hermana, hermano y
yo), pero mis hermanos ya están casados y tienen sus respectivas
familias. Y los domingos vienen todos. Normalmente somos 11 o 12 personas en casa. Reunidas en la mesa, discutimos y debatimos en familia
los tópicos más variados (algunos profundos, otros no), cada uno
aportando su opinión, la que es escuchada y normalmente comentada por el
resto.
Hace poco invité a un amigo australiano (Daniel) a comer un asado un
domingo en casa, pero la realidad es que la comida era una excusa para
que mi familia pudiera conocer a alguien nativo de alla y hacerle todas
las preguntas que quisieran. Mis papas y hermanos son muy curiosos, y no
saben mucho de la cultura australiana y su estilo de vida. Aprovecharon
para preguntarle de todo. Mama de la inseguridad, papa de la economía.
Mis hermanos indagaban en sus ganas de vivir en un país latinoamericano,
si venía de un primer mundo.
Más tarde, sentados en el sillón, Daniel me agradeció la invitación
diciéndome que "ésto" le encantaba. Me contó que su familia en Australia
era muy unida, y que compartir con la mia le hacía acordar a su vida
alla, además de sentirse cómodo y contento de saber que hay un lugar en
el mundo (tu hogar) donde podés sentir que todo está bien. Le pregunté
qué le generaba por dentro compartir un ritual tan parecido a los suyos;
me contestó "it makes me wanna come back" (me dan ganas de volver).
Le confesé que fuera de toda la felicidad que me produce mi viaje, me
resulta extraño pensar en que mis domingos venideros van a ser
diferentes a lo que tanto me gusta y disfruto. Pueden ser ruidosos
también, pero esos ruidos...
Los debates entre todos, los niños jugando y riendo, la puerta del patio
que se abre y se cierra enérgicamente cada vez que papá sale a buscar
carne, su forma enérgica de afilar el cuchillo, las peleas por quién
levanta la mesa y quién lava los platos, las carcajadas recurrentes
porque siempre alguien tiene algo gracioso para decir. Esos son mis
ruidos de domingo. Ese es mi hogar.
La famiglia unita!
. . .
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